martes, 23 de julio de 2013

playa



El mundo bajo control

En la siguiente pagina podeis encontrar información del mundo el mundo entero. Muy facil de utilizar y con mucha informacion.

No dejeis de visitarla.


En cualquier pueblo de Asturias.....



-Vamos cambiar el sistema operativu, ¿oíste?

-¿Cómo ye, ho?

-Hay que informatizar la cuadra, Lolo.

-¿Por...?

-¡Pa ponese al día y salir pola tele, como Sietes!

-Pero... ¿Ónde tá el ordenador?

-¡Soy yo!

-¿Qué, ho?

-¡Les órdenes doiles yo!

-Ah. Y entós yo... ¿Qué soy?

-El mi servidor. Como te me caigas, armo la de...

-¿Y qué fago?

-Vete a la barra de herramientes, ¿vesla?

-Sí, ho.

-Garra el rastrillo que tá al lau del garabatu.

-¿Pa qué, ho?

-¡Pa limpiar! ¡Tengo la cuadra llena de spam!

-¿Spam? ¡Lo que tá ye encharcá!

-Díjete que trajeras katiuskas. ¿Cómo cojones quies navegar?

-¿Y tú vas quedáte ahí, ho?

-Home, claro. Tengo que vete desde la güindou.

-¿Por?

-¡Porque soy de «Güindous Vista», oveya!

-Ah.

-Y encima ando con gripona. ¿Trajiste antivirus?

-Meca, nun me comentaste ná.

-A ver si te voy contagiar...

-¡Uf! ¿Y ahora qué fago?

-Fíjate en mí, tenemos que tar conectaos, Lolo.

-Ah.

-Si nos falla la conexión, ya se jodió, ¿oíste?

-Vale.

-Cuando acabes con la mierda, sales, pañes la hierba y das-y a guardar.

-¿Ónde, ho?

-En la tená. Haces click y ya tá.

-¿Y el ratón?, ¿nun tenemos ratón?

-De momento, no. Pero si aparez unu, ¡a fesoriazos con él!

-Vale. ¿Y depués?

-Depués, reiniciar.

-¿Qué, ho?

-Que garres la fesoria y vuelvas a empezar.

-¿Tás seguru que el aparatu esti ye así?

-¿Qué pienses, que nun sé de sobra lo que ye el PC?

-A tí echáronte cuando aquello de Perlora...

-Ye igual. La clase obrera sigue en lucha.

-Sí, ho... Selo yo.

-Y nun te fíes de nadie, que en esti pueblu hay mucho troyanu.

-Dame igual, con tal de minimizar...

-¿Acordaraste de to?

-Sí, ho.

-¿De verdá?

-Tranquilu, José Juan, que tengo memoria RAM...

EL PELUQUERO



Un día, un florista fue al peluquero a cortarse el pelo .
Luego del corte pidió la cuenta y el peluquero le contestó:
- No puedo aceptar dinero. Esta semana estoy haciendo un servicio comunitario.
El florista quedó agradecido y dejó el negocio.
Cuando el peluquero fue a abrir el negocio, a la mañana siguiente, había una nota de agradecimiento y una
docena de rosas en la puerta.
Luego entró un panadero para cortarse el pelo y, cuando fue a pagar, el peluquero respondió:
- No puedo aceptar dinero. Esta semana estoy haciendo un servicio comunitario.
El panadero se puso contento y se fue.
A la mañana siguiente cuando el peluquero volvió, había una nota de agradecimiento y una cesta de estupendos Panes Rústicos esperándolo en la puerta.
Más tarde, un profesor fue a cortarse el pelo y en el momento de pagar, el hombre otra vez respondió:
- No puedo aceptar dinero. Esta semana estoy haciendo un servicio comunitario.
El profesor con mucha alegría se fue.
A la mañana siguiente, cuando el peluquero abrió, había una nota de agradecimiento y una docena de diferentes libros, tales como ' Cómo mejorar sus negocios' y 'Cómo volverse exitoso'.
Entonces , un diputado fue a cortarse el pelo y cuando fue a pagar el peluquero nuevamente dijo:
- No puedo aceptar dinero. Esta semana estoy haciendo un servicio comunitario.
El diputado contento se alejó.
Al día siguiente cuando el peluquero fue a abrir el local, había una docena de diputados, alcaldes, concejales... haciendo cola para cortarse gratis.
Esto, querido amigo, muestra la diferencia fundamental que existe actualmente entre los ciudadanos comunes y los miembros de la Honorable Clase Política del país.

                  EL PELUQUERO
 
 

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Una  mañana, cuando nuestro nuevo profesor de "Introducción al Derecho" entró en la clase, lo primero que hizo fue preguntarle el nombre a un alumno que estaba sentado en la primera fila:  
-         ¿Cómo te llamas?
- Me llamo Juan, señor.
- ¡Vete de mi clase y no quiero que vuelvas nunca más! - gritó el desagradable profesor.  
-               Juan estaba desconcertado.  Cuando reaccionó se levantó torpemente, recogió sus cosas y salió de la clase.   Todos estábamos asustados e indignados pero nadie dijo nada.
- Está bien. ¡Ahora sí! ¿Para qué sirven las leyes?...
      Seguíamos asustados pero poco a poco comenzamos a responder a su pregunta: "Para que haya un orden en nuestra sociedad"   "¡No!" contestaba el profesor   "Para cumplirlas" "¡No!"   "Para que la gente mala pague por sus actos" "¡¡No!!   ¿Pero es que nadie sabrá responder esta pregunta?!"...  "Para que haya justicia", dijo tímidamente una chica.  
    - ¡Por fin!  Eso es... para que haya justicia.   Y ahora ¿para qué sirve la justicia?"
           Todos empezábamos a estar molestos por esa actitud tan grosera.  Sin embargo, seguíamos respondiendo:  "Para salvaguardar los derechos humanos" "Bien, ¿qué más?", decía el profesor. "Para discriminar lo que está bien de lo que está mal"... Seguid... "Para premiar a quien hace el bien."
   - Ok, no está mal pero... respondan  a esta pregunta  ¿actué correctamente al expulsar de la clase a Juan?....
        Todos nos quedamos callados, nadie respondía.  
    - Quiero una respuesta decidida y unánime.
   - ¡¡No!!- dijimos todos a la vez.
   -¿Podría decirse que cometí una injusticia?
   - ¡Sí!
   - ¿Por qué nadie hizo nada al respecto?  ¿Para qué queremos leyes y reglas si no disponemos de la valentía para llevarlas a la práctica?  Cada uno de ustedes tiene la obligación de actuar cuando presencia una injusticia.  Todos.  ¡No vuelvan a quedarse callados nunca más!   Vete a buscar a Juan-  dijo mirándome fijamente.
      Aquel día recibí la lección más práctica de mi clase de Derecho.
 
 
Cuando no defendemos nuestros derechos perdemos la dignidad y la dignidad no se negocia.